POSTEOS


Como algunos de ustedes conocen, vengo investigando y enseñando acerca del tema de la identidad de género desde hace un par de años. Me parece fundamental que los psicoanalistas ayudemos a resolver las consecuencias que aparecen en nuestros consultantes a partir del cambio paradigmático que se viene produciendo respecto a ese tema en los últimos años.

Si nos centramos en la constitución del aparato psíquico y el lugar que tiene la sexuación en este proceso, podríamos plantear:

– ¿Qué lugar tiene el género respecto a la estructuración de una subjetividad? (sabemos que los términos género e identidad no los solemos utilizar en psicoanálisis, pero lo vamos a usar acá para simplificar).

– ¿Cuál es la causa? ¿Qué es lo que determina que una persona termine siendo “cis” (cuando género coincide con el sexo biológico) o trans (cuando el género no coincide con el biológico)?

– ¿Qué determina la modalidad de goce de un sujeto?

También me gustaría repensar, como lo vengo haciendo, qué conceptos psicoanalíticos siguen vigentes y cuáles deberían modificarse de acuerdo a la realidad de esta época.

Sabemos que la concepción de la sexualidad propuesta por Freud es subversiva respecto a su época y que está muy emparentada con la noción actual de la sexualidad. Lo queer, coincide con la idea psicoanalítica de que todas las modalidades de goce estarían presentes como posibilidad en el ser humano, en tanto no hay objeto predeterminado. Nuestro objeto a podemos tomarlo como desheterosexualizante, tal como hace tiempo encontramos en palabras del psicoanalista Tim Dean.

Lo que puede significar mucho a la hora de pensar la concepción actual de la sexualidad es reafirmar el lugar que tiene la castración y lo femenino, tanto en Freud como en Lacan. Lo femenino figura, en la última época de Freud, como aquello con lo que hay que enfrentar al sujeto al pensar en la finalidad en una cura. La medida de éxito en la cura estará dada por si el sujeto modificó o no la posición frente a la castración y lo femenino. Está claro que esta concepción es contraria a una noción falocentrista o heteronormativa que se nos adjudica…

Digamos algunas palabras respecto a la pregunta enunciada antes de qué es lo que determina que una persona se autoperciba o autorice a sí misma respecto a determinado ideal sexual, pero antes tomemos algunas palabras que aparecen en el texto de Freud “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina”.

Resumidamente situamos tres cuestiones que para Freud deben apreciarse a la hora de dar cuenta de la sexualidad de un sujeto:

  1. El sexo anatómico-biológico
  2. El sexo que ahora llamamos “autopercibido” (el género o ideal sexual con el que se autoriza)
  3. Orientación o tipo de objeto elegido

Freud dice que estas tres variables deben ser tomadas en cuenta para pensar la sexualidad de un sujeto y como consecuencia, hay muchas combinaciones posibles.

También es interesante señalar, respecto a la concepción de Freud tan equiparable a ideas actuales, el énfasis que le da a la homosexualidad en varios de sus textos, reafirmando que la elección hetero u homosexual es esperable en cualquier sujeto y que puede haber idas y venidas a lo largo de la vida, o alguna etapa homo en cualquiera. Creo que no le dimos la envergadura que él mismo otorgó al tema.

Continuaremos en el siguiente post…


Retomemos…

Otras cuestiones que vengo planteando en el curso sobre Identidad en psicoanálisis y que -creo- se deben continuar investigando.

Situemos algunos ítems respecto a lo que podría determinar que un sujeto encuentre una modalidad de goce, que se sexúe con tal o tal otro ideal sexual o género:

a. El cuerpo que se trae. Cuando Freud nombra la frase “la anatomía es el destino”, o habla de “las consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica” hay que tener en cuenta que no se trata de que el sexo elegido resulte  del que se trae de nacimiento, sino que lo real del cuerpo imprime consecuencias psíquicas, No estamos de acuerdo con Butler con que el género es el resultado solo de la reiteración de condicionamientos que vienen de afuera, de lo vivido por el sujeto en el intercambio con otros,  sino que lo real del cuerpo también tiene su injerencia.

b. Identificaciones tempranas, rasgos que se incorporan de los primeros vínculos significativos. Freud enfatiza la importancia del vínculo con esos primeros Otros que determinan tanto el carácter del yo, como a las otras instancias. También resulta central respecto a las primeras identificaciones, lo que Freud nombra como “vías facilitadas que van conformando al aparato” y que imponen la repetición de ciertos derroteros. Ese Otro determinante, incluye, por supuesto, lo social y cultural, el medio en que se nace.    

c. Las identificaciones propias de la constitución del yo del narcisismo. O sea estamos sosteniendo que las identificaciones muy anteriores a la fase fálica y al complejo de Edipo también tienen influencia en el género del sujeto.

d. Las identificaciones propias del final de la fase fálica, con las distintas salidas que siempre describimos. Esto es determinante pero no es el único. La confrontación con la diferencia de los sexos tiene consecuencias respecto al género, pero no es el único o principal condicionante.

e. Las experiencias traumáticas en los primeros años. (pacientes que fueron violados, abusados)

f. Lo social. Los hermanos, los pares, las redes… tienen ahora mucha más influencia que en otras épocas…

Para finalizar, habría cómo situar el goce fálico y el femenino en la gran variedad de géneros de la actualidad.

Continuaremos con el tema en un siguiente post.


Retomando…

Podemos plantear:

El Edipo sigue siendo un concepto vigente, aunque creo que hay que repensar algunas de sus coordenadas.

Para que un sujeto devenga tal, es necesario ver el lugar que tuvo en esos Otros que lo alojaron. La estructura, dice Lacan, depende del lugar determinante de ese Otro. Y de eso se trata el Edipo. Quizás sería conveniente cambiar el nombre de lo que llamamos función materna y paterna, ya que ellas pueden ser ejercidas por sujetos que no se correspondan con la madre y el padre.

Función de alojar, contener, libidinizar y función de corte, ley, terceridad, sostén simbólico… pueden ser ejercidas por la misma persona o por varias de cualquier género.

El Edipo, lugar de alojamiento y la exogamia ambas cuestiones son necesarias en la existencia de un sujeto.

Tomemos, para continuar, algunas cuestiones interesantes expuestas por Patricia Gherovici acerca de su experiencia los trans.

Algunos puntos a remarcar:

  1. Hay trans que vienen con muchas dudas respecto a cuestiones de género, y otros que tienen total certeza, en donde no es el género ni su elección el motivo de consulta.
  2. Patricia G. piensa que se puede concebir al trans, muchas veces, ubicado dentro de lo que sería una estructura histérica, en donde la preponderancia está en la pregunta acerca de qué es ser una mujer, o si se es mujer u hombre.
  3. Es muy claro que el reconocimiento del trans y sus derechos, así como el de otras variaciones en el género y la sexualidad, permitió a una gran cantidad de sujetos vivir más decentemente y con menos sufrimiento. El enorme porcentaje de intentos de suicidio, así como los relatos de rechazos y maltratos que padecen, el hecho de que casi no encuentran más trabajos que la prostitución, nos confronta con la urgencia de trabajar este tema.
  4. Hay que observar cómo muchas veces la transformación del cuerpo y la elección de un nuevo género distinto al que se trajo significó “un renacimiento”, dejar de sufrir y empezar a vivir en paz. De hecho, muchos plantean que si no hubieran hecho la transformación se hubieran muerto (igual también el momento de la transformación es vivido, muchas veces como una situación muy traumática y angustiante…). Sin embargo, señalemos que el cambio de género en muchos sujetos opera al modo de un synthome que estabiliza o anuda.
  5. El psicoanálisis tendía a ver como patológico el trans, sobre todo porque los primeros pacientes estudiados eran psicóticos. Ahora sabemos que en todas las estructuras podemos encontrar sujetos trans.

Agreguemos que una cuestión central para los psicoanalistas cuando somos convocados a pensar si el cambio de género es conveniente o no para un sujeto, es determinar de qué estructura se trata y qué función cumplirá su transformación. No será tarea fácil, hay que tener mucho cuidado por las consecuencias que podrían acarrear nuestras intervenciones respecto a estos casos. Sin embargo, nuestra función es sustancial ya que somos los que intentamos que la subjetividad del consultante se ponga sobre la mesa más allá de cualquier ideal o prejuicio, a diferencia de lo que sucede con muchas de las psicoterapias no psicoanalíticas.

Por otro lado también, entre otras cuestiones me pregunto: ¿Qué lugar tiene la sexuación – el género para todo sujeto neurótico? ¿Tiene una función estabilizante como puede tenerlo el cambio de sexo en algunos trans? ¿Cuánto pesa el género respecto al narcisismo? ¿Es el género un rasgo más como tantos otros?

Seguiré respondiendo y abriendo nuevas preguntas…


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